El maestro fotògrafo Henri Cartier Bresson decìa que "Fotografiar es poner bajo un mismo punto de mira el ojo la mente y el corazon", eso lo aprendi en mi primer clase de fotografia, àvido, inquieto, entusiasta por aprender, con el tiempo fuì dàndome cuenta de lo que hablaba.
Fuè de esta manera que a modo de reconocerme tatuè en mi cuello ese particular OJO/MENTE/CORAZON, de ahì el nombre del blog y su contenido.
Estas fotos han sido tomadas con una càmara compacta y aprovechando parte del poco tiempo que disponìa, en viajes en remìs a la oficina, por lo tanto la calidad y las condiciones son exiguas, aùn asì, sacandome cada vez màs prejuicios redescubrì Buenos Aires, como asi tambien otro tipo de fotografìa, me atrevì al color, me ajustè a las limitaciones de una càmara que no me obedece, me resulta todo un desafìo como el de exponerme un poco màs, mostrarme, mostrar mi vida y como acto concluyente desnudarme en textos,

BUENA VIDA
MARIANO PINTOS

lunes, 29 de octubre de 2007

Flashero (EoY)

Alter ego ingobernable, antisocial, leal y fiel. No hubo hembra que viviera màs que unos instantes con vos, transgrediste toda norma, esquivaste los coñazos, por salvar mi quijotismo te embrollaste en muchos fardos, construiste muchos palacios que convertiste en desiertos, viajaste mucho màs lejos que el tarro que te contiene, gracias loco por los viajes, por las fèminas que hipnotizaste. Por mostrame las otras formas de este mundo desproporcionado, por derrivar ante mi las murallas que mi paso suspendìan, por las letras que de a poco ingresàs a mi substancia, por las luces que acompañan mis lumìnicas pinturas.
Ya sabes mi lucha interna cual adicto al "para siempre", solo cedo levemente a lo antes mencionado, anhelo que este instante juntos continùe un largo rato.

1 comentario:

anais dijo...

NOCTURNO 2

Debajo de la almohada
una mano,
mi mano,
que se agranda,
se agranda
inexorablemente,
para emerger,
de pronto,
en la más alta noche,
abandonar la cama,
traspasar las paredes,
mezclarse con las sombras,
distenderse en las calles
y recubrir los techos de las casas sonámbulas.
A través de mis párpados
yo contemplo sus dedos,
apacibles,
tranquilos,
de ciclópeas falanges;
los millares de ríos
zigzagueantes,
resecos,
que recorren la palma desierta de esa mano,
desmesurada,
enorme,
adherida al insomnio,
a mi brazo,
a mi cuerpo
diminuto,
perdido
en medio de las sábanas;
sin explicarme cómo esa mano
es mi mano,
ni saber por qué causa se empeña en disminuirme.

OLIVERIO GIRONDO