Alter ego ingobernable, antisocial, leal y fiel. No hubo hembra que viviera màs que unos instantes con vos, transgrediste toda norma, esquivaste los coñazos, por salvar mi quijotismo te embrollaste en muchos fardos, construiste muchos palacios que convertiste en desiertos, viajaste mucho màs lejos que el tarro que te contiene, gracias loco por los viajes, por las fèminas que hipnotizaste. Por mostrame las otras formas de este mundo desproporcionado, por derrivar ante mi las murallas que mi paso suspendìan, por las letras que de a poco ingresàs a mi substancia, por las luces que acompañan mis lumìnicas pinturas.
Ya sabes mi lucha interna cual adicto al "para siempre", solo cedo levemente a lo antes mencionado, anhelo que este instante juntos continùe un largo rato.
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NOCTURNO 2
Debajo de la almohada
una mano,
mi mano,
que se agranda,
se agranda
inexorablemente,
para emerger,
de pronto,
en la más alta noche,
abandonar la cama,
traspasar las paredes,
mezclarse con las sombras,
distenderse en las calles
y recubrir los techos de las casas sonámbulas.
A través de mis párpados
yo contemplo sus dedos,
apacibles,
tranquilos,
de ciclópeas falanges;
los millares de ríos
zigzagueantes,
resecos,
que recorren la palma desierta de esa mano,
desmesurada,
enorme,
adherida al insomnio,
a mi brazo,
a mi cuerpo
diminuto,
perdido
en medio de las sábanas;
sin explicarme cómo esa mano
es mi mano,
ni saber por qué causa se empeña en disminuirme.
OLIVERIO GIRONDO
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